LOURDES DURÁN
Cris Pink ha regresado a los blancos, pero no sólo. Hay de nuevo campos policromáticos derivados del azul, granate hasta alcanzar el negro. La pintora llevaba largo tiempo sin exponer obra en Palma –sí había participado en colectivas en Alemania. Por ello, su propuesta en la galería Horrach Moyà será casi una antológica ya que en ella se verán cuadros desde el 96 hasta hoy.
-Silencio, ¿obligado o elegido?
-La última vez que expuse en Palma fue en la galería Altair. Creo que este “silencio” ha sido circunstancial, además de haber coincidido con un cambio personal. De todos modos, sólo expongo cuando la obra está bien trabajada, y mi pintura es lenta, necesita tiempo. Cada cuadro lleva catorce capas de pintura.
-¿Las capas la ordenan, la regresan a la idea inicial o la conducen a nuevos caminos?
-Entre las capas hay también dibujo. De la suma busco una unidad. En mis cuadros nunca hay un centro o un acento a los que el espectador pueda agarrarse. Son cuadros sin bordes, sin fin.
-Esas masas de color “sin fin” ahora parecen revolverse en una serie que presenta de pequeño formato donde el gesto es más evidente. ¿Es anuncio de un giro en su pintura o es puro divertimento?
-Los cuadros más pequeños están hechos recientemente, quería reducir mi pintura, ver cómo funcionaba. Los grandes empiezan a partir de la medida del ser humano, y trabajar en formato más reducido es un divertimento sin que signifique restarles importancia. Para mí han sido un reto, porque sólo hay una capa de pintura. Buscaba la frescura del primer trazo. Sí, se podría deducir que la pintura que haga en el futuro será más gestual pero sin dejar los campos cromáticos.
-¿Se ha apuntado a las nuevas tecnologías al incluir un vídeo en su exposición?
-No, ni tampoco he pretendido que sea un vídeo explicativo sino que estimule al espectador a entrar en la obra sin condicionarlo. El vídeo muestra también campos cromáticos, son aguas tomadas de Italia, Alemania, Bélgica, Holanda, Mallorca, sin enfoque paisajístico sino como muestra de la visión de un pájaro; desde arriba se ve el movimiento de la naturaleza como si fuera un movimiento serial. Creo que puede facilitar el acceso a las pinturas abstractas: si nos detenemos en la naturaleza descubrimos la riqueza de las formas, su movimiento, su belleza.
-¿También su vértigo?
-Me gustaría que se viese mi pintura como un grito silencioso. Frente a los ruidos que nos invaden pido al espectador detención en el tiempo y dejarse llevar por lo que ve. Es una invitación a la reflexión. Mis cuadros no dan pie al sosiego inicialmente, no se lo pongo fácil al espectador porque no me interesa la pintura amable ni confortable.
-¿Pintar es hoy un acto heroico?
-En un momento de vivencias rápidas, propuestas tecnológicas inspiradas en la vertiginosidad, la pintura perdura es casi como la escritura a mano de ese ser solitario que trabaja en su cueva. Creo que hay un regreso al taller y la sociedad sabe mirar cada vez más.
-¿Incluida la sociedad mallorquina?
-Incluso ella.
-¿Ser mujer pintora es más difícil?
-Si hablamos del mercado sí, porque no es más difícil la entrada, quizá porque no haya propuesta de pintura de mujeres, pero en la isla no ocurre y, sin embargo, siempre resaltan los mismos nombres. La representación de la realidad es muy reducida.
Diario de Mallorca, 20 de mayo de 2002