CRIS PINK TOMA "LA TEMPERATURA DEL COLOR"

LOURDES DURÁN

Cuando Cris Pink llegó a la isla, en 1984, venía cargada de la impronta “impetuosa alemana y del expresionismo" abstracto americano. No podía imaginarse que el tópico, al que ella se resistía, se cumpliría. “El Mediterráneo ha cambiado mi obra, más la vivencia con las gentes en un ambiente menos opresivo y más tolerante que el alemán”. Sus lienzos dejaban atrás aquel gesto grandilocuente, muy apoyado en el dibujo de gran calado; se despojaban.

“He ido encauzando mi obra hacia la contemplación, se ha hecho más meditativa. La isla ha contribuido a abrir mi obra. Antes me apoyaba más en el dibujo, ahora mis cuadros son más coloristas”, explica la pintora.

Porque dieciséis años es tiempo suficiente. Cris Pink ha decidido tomarle La temperatura del color y presentar una retrospectiva, mal que le pese al apelativo –“¡que parece que me quiero despedir!”-, que se fragmenta en dos espacios, Sa Quartera de Inca y Can Gelabert de Binissalem. La primera, que se inaugura mañana, supone para Pink un deseo hecho realidad. “Llevaba años queriendo exponer en un espacio que me parece idóneo para mi obra”. Casi un mes después, se abrirá otra ventana de su pintura, en Can Gelabert. “Se verá obra más integrada en el color”.

El tránsito entre ambas, las pinturas de círculos de cera. “No creo que perjudique el desdoblamiento de espacios, claro que hubiera sido mejor presentarla en un mismo lugar, pero no cabía. No creo que el espectador se lleve una visión fragmentada, sino que se percatará más de un desarrollo evolutivo”, sostiene la pintora.

Ella asegura, frente a obras que llevaban años de espaldas a la mirada, que “estoy gratamente sorprendida; había obras olvidadas y al girarlas he vuelto a ver mis inquietudes pasadas. Las veo válidas”.

Si algo es seña de identidad en la obra de Cris Pink de la última década son sus campos de color. “Parto siempre del negro y luego voy desarrollando las distintas capas. La naturaleza ya te brinda estas tonalidades, estos colores entremezclados, los distintos espectros”. Pink es de las pocas pintoras que trabaja el óleo. “Es la técnica más adecuada a mis principios”.

El dibujo también ha experimentado una evolución. Si antes fue gesto contundente, ahora se ha matizado. Pero ahí sigue: “Sirve como entramado para darle estructuras muy ordenadas a la pintura; además contrasta con la linealidad”, comenta Cris Pink.

 

DIARIO DE MALLORCA, Cultura, 6 de mayo de 204
Cris Pink. La temperatura del color. Centre d’art sa Quartera, Inca.
Casal de cultura can Gelabert, Binissalem.

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